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Hace una semana el Rotativo semanal publicaba un artículo de opinión de José Antonio Gadea, miembro de la asociación Estudiantes en Defensa de la Universidad sobre la laicidad en la Universidad y la DECA. Reproducimos aquí el texto íntegro de dicho artículo.

¿Se imaginan que para estudiar el grado de Ciencias de la Actividad Física y Deportiva en la Universidad de Zaragoza fuese necesario tener el carnet de socio del Real Zaragoza? ¿Se imaginan que además el Real Zaragoza decidiese quienes son los profesores y qué se estudia en esa titulación impartida en la Universidad Pública?

 

Parece algo raro o insólito, pero algo parecido ocurre en las universidades públicas de todo el estado con la llamada DECA (Declaración Eclesiástica de Competencia Académica). Este estudio impartido en la Universidad de Zaragoza es un estudio que capacita para ser profesor/a de religión y profesor/a de cualquier asignatura en centros concertados católicos.

 

Usando el nombre de la Universidad, a través de un convenio firmado en 2012, y sus instalaciones, el Arzobispado decide los contenidos del curso, los profesores que lo imparten, los criterios de evaluación, así como los requisitos de acceso a este estudio.

 

Si ya de por sí chirría que en la Universidad pública se imparta un título dirigido por una organización “extra-académica” más lo hace si nos fijamos en que uno de los requisitos para la obtención del título es la presentación de la partida de bautismo, lo que hace que no puedan cursar este estudio cualquier persona no católica produciéndose una discriminación en el acceso a un título impartido en la Universidad.

 

Además, a esto hay que sumarle las asignaturas optativas de Religión en los grados de educación infantil y primaria, que lejos de ser una asignatura objetiva e imparcial, educa en los valores de la fe cristiana y son impartidas igualmente por el Arzobispado, siendo obligatorias para obtener la mencionada DECA. Eso sí, en este caso financiadas al 100% con dinero público.

 

Se pueden preguntar, si eres ateo, evangelista, judío o musulmán ¿para qué quieres un título que te sirva para dar clases de religión católica? Porque no sólo sirve para eso, en la mayoría de colegios concertados te lo exigen para dar asignaturas como matemáticas, lengua o inglés de forma que para muchas personas significa tener sólo la mitad de salidas profesionales y para otras hacerlo “obligatoriamente”.

 

No es lógico que, en unos centros sostenidos con dinero público, que se autoafirman como garantes de la universalización de la educación y de la libertad de elección de centro, utilicen un criterio discriminatorio a la hora de elegir a su profesorado. Si son un servicio público no pueden discriminar por cuestión de religión a sus trabajadores, de hecho, iría contra el artículo 14 de la Constitución; si no lo son no deberían estar financiados con dinero público.

 

Como dijo Jesucristo “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”, si el dinero público, la educación y la Universidad pública son cosa del “César” ¿Por qué la iglesia de “Dios” los quieren controlar?